
27 de agosto
San José de Calasanz, fundador
(† 1648)
El apostólico maestro de los niños pobres, y gloriosísimo fundador de las Escuelas Pías, san José de Calasanz, nació en la villa de Peralta de la Sal. Tuvo desde muy niño singular devoción con nuestra Señora, y de ella predicaba a los otros niños, los cuales le llamaban el Santico.
Graduado de doctor en filosofía y derecho civil y canónico en la Universidad de Lérida, pasó a Valencia para cursar la Teología, donde se libró como el casto José de un gran peligro de perder la joya de la castidad, que había ofrecido con voto a honra de la Madre de Dios.
Ordenado de sacerdote hizo oficio de secretario en las cortes que Felipe II tuvo en Monzón, y en la visita del mismo rey al monasterio de Montserrat, fue muy honrado por su obispo diocesano de Urgel. Pero sentíase el varón de Dios poderosamente movido a ir a Roma, donde el Señor le había de mostrar su voluntad, y habiendo allí visto un día unas cuadrillas de muchachos que se apedreaban y decían muchas blasfemias y maldiciones, oyó en su interior aquellas palabras del salmo: “Para ti queda reservado el cuidado del pobre”; y de acuerdo con el párroco de santa Dorotea, que le ofreció su casa para escuela de niños pobres, dio principio a sus Escuelas Pías, siendo de edad de cuarenta y un años.
Las contradicciones que hubo de vencer el santo para llevar adelante tan santa obra fueron extraordinarias sobremanera y las mayores que podían ser. Porque no sólo procuraron apartarle de su propósito, ofreciéndole muchas veces hacerle obispo y también cardenal, sino que los primeros compañeros que tuvo le abandonaron, faltóle el lugar de la escuela, fue calumniado por los otros maestros de las escuelas, y delatado muchas veces ante el romano pontífice: y cuando superados con el favor de Dios todos estos impedimentos, tenía ya su nueva Religión aprobada por Gregorio XV, e ilustrada con muchos varones nobles y santos, y maravillosamente extendida casi por toda la cristiandad, por la malicia del demonio y de los émulos, fue depuesto del generalato, y reducida su religión a congregación de sacerdotes seglares, y tan caída, que sólo podía esperarse que se diluiría como la sal en el agua.
Mas el santísimo y pacientísimo fundador, dijo como Job: El Señor lo dio, el Señor lo quitó, sea bendito su santo nombre. Y el Señor en retorno esclarecía a su siervo tan humillado y perseguido, con soberanas revelaciones y dones de profecía y de milagros, de manera que no parecía sino que había puesto en sus manos la salud y la vida para darla a los enfermos y a los difuntos por quienes hacía el santo oración.
Finalmente habiendo alcanzado la gracia de morir en la cruz de los trabajos y persecuciones, a la edad de noventa y dos años, descansó en el Señor, y se cumplió después la profecía que hizo diciendo que no perecería su religión, la cual fue reintegrada por Clemente IX.
Reflexión: Nunca podrá ser bastantemente ponderada la trabajosísima y heroica empresa de educar cristianamente a los niños que san José de Calasanz escogió para sí y para su Religión, tan benemérita de la Iglesia y de la sociedad. ¿No son los niños quienes más tarde han de formar la sociedad? ¿Y no pende principalmente de la primera educación, el porvenir de ella, y el bien temporal y eterno de los individuos y de la familia?
Oración: Oh Dios, que por medio de tu confesor san José, te dignaste proveer a tu Iglesia de un nuevo auxilio para educar a la juventud en las letras y en la piedad, concédenos por su intercesión, que a su ejemplo obremos y enseñemos de modo que consigamos la eterna recompensa. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
(P. Francisco De Paula Morell, S. J., Flos Sanctorum)
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