SANTA ANA
Madre de la Santísima Virgen María
Por el fruto se conoce el árbol.
(Mateo 12, 33)
Santa Ana, después de veinte años de infecundidad, obtuvo del Cielo, por sus lágrimas, sus ayunos y oraciones, el favor de ser madre. Educó a la Virgen María como a hija que le había concedido el Cielo para algún gran destino. Cuando la niña cumplió tres años, Ana la condujo al Templo y la ofreció al Señor. Poco tiempo después murió con la muerte de los justos, tan preciosa siempre ante los ojos de Dios.
MEDITACIÓN SOBRE TRES CONDICIONES REQUERIDAS PARA QUE NUESTRAS ORACIONES SEAN EFICACES
I. Sólo después de veinte años de súplicas y de mortificaciones, santa Ana fue escuchada. No te desanimes si Dios no te concede de inmediato lo que le pides: persevera en la oración; obtendrás lo que pidas, siempre que pidas cosas buenas y que lo pidas con humildad y confianza. Aplazas el escuchar, oh Dios mío, a fin de enseñarnos a pedir; finges no oír, a fin de que perseveremos (San Anselmo).
II. Un ángel vino a anunciar a santa Ana que su oración había sido acogida y ella creyó sin titubear. Nuestro Señor mismo ha dicho que todo lo que pidieres en su nombre, te será concedido; ¡y todavía lo dudas! Dios puede y quiere concederte las gracias que le pides; no carece de poder ni de voluntad para esto, puesto que es omnipotente y más vivamente quiere hacernos don de sus mercedes que lo que nosotros mismos queremos tenerlas. Ruega, pues, pero hazlo con fe viva e inquebrantable; pide por los méritos de Jesucristo. ¿No es verdad, acaso, que te diriges a Dios sólo después de haber agotado todos los medios mundanos?
III. Santa Ana, agradecida por el favor que el cielo le había acordado, ofreció a Dios en el Templo a la hija que le había dado. ¿Has agradecido tú las gracias que de Él has recibido? ¿Tal vez las has olvidado, acaso has abusado de ellas para ofender a Dios tu bienhechor? No es digno de recibir nuevos beneficios quien no agradece los que ha recibido (San Bernardo).
La mortificación
Orad por la perseverancia de los buenos
ORACIÓN
Oh Dios, que os dignasteis conceder a santa Ana la gracia de dar al mundo a la Madre de Vuestro Unigénito Hijo, haced, por vuestra misericordia, que nos ayude junto a Vos la intercesión de aquélla cuya fiesta celebramos. Por J. C. N. S. Amén.
Tomado: de Meditaciones del P. Grosez