SAN PIGMENO
Mártir
Caminad, pues, mientras tenéis luz,
para que las tinieblas no os sorprendan,
que quien anda en tinieblas, no sabe adónde va.
(Juan 12, 35)
Este santo, que había enseñado la Religión verdadera a Juliano el Apóstata, fue desterrado por este emperador por dar sepultura a los mártires. Durante su estada en Persia, quedó ciego y, por orden del cielo, volvió a Roma. Habiéndolo encontrado Juliano le dijo: Agradezco a los dioses por la felicidad que me conceden de ver a Pigmeno. Y yo —replicole el Santo— doy gracias al Dios del cielo por ahorrarme la vista de un emperador idólatra. Irritado el apóstata con esta respuesta, lo hizo arrojar al Tíber.
MEDITACIÓN SOBRE LAS TRES CLASES DE CEGUERA
I. Es preciso ser ciego en este mundo sometiendo la razón a la fe, creyendo lo que no se ve y lo que no se puede comprender. De este modo debes creer en los misterios de la Santísima Trinidad, de la Eucaristía y tantos otros que nos propone Dios por medio de su Iglesia. ¿Puedo acaso sorprenderme si no comprendo misterios tan elevados si ni siquiera comprendo lo que soy, lo que tengo ante mis ojos, lo que pasa en mi interior? Dios no sería Dios si pudiésemos comprenderlo. Yo creo porque Dios lo ha dicho. La palabra divina es, para mí, prueba suficiente (Salviano).
II. Debes ser ciego para no ver lo que sea capaz de conducirte al mal. Vigila tus ojos: ellos son los que introducen en tu alma la turbación, el fuego y el desorden. Jamás mires lo que no puedes desear ni poseer sin pecado. Los ojos son las puertas del corazón; por ellas penetran en él la mayoría de los vicios; y por ellas salen la devoción, la humildad y la pureza. Aparta mis ojos, Señor, a fin de que no vean la vanidad (Salmo).
III. No mires las faltas ajenas si a ello no te obligan los deberes de tu estado; no tengas ojos sino para sus buenas cualidades y para las gracias que Dios les hizo. Si sigues este consejo no te tentará el orgullo comparándote con los demás, y no los menospreciarás viendo sus defectos. Piensa en ti, examínate a ti mismo: no se te pedirá cuenta de la vida de los demás, sino de la tuya.
La fe
Orad por los ciegos
ORACIÓN
Dios omnipotente, haced, os lo suplicamos, que la intercesión del bienaventurado Pigmeno, vuestro mártir, cuyo feliz nacimiento al cielo celebramos, nos fortifique en el amor de vuestro Santo Nombre. Por J. C. N. S. Amén.
Tomado: de Meditaciones del P. Grosez