SAN AMÉ O AMATO DE REMIREMONT
Abad
Quien es fiel en lo poco,
también lo es en lo mucho.
(Lucas 16, 10)
San Amé nació en Grenoble, a mediados del siglo VI, y fue educado en el monasterio de Agaune, donde vistió el hábito religioso. Después de haber vivido algunos años en ese monasterio, se retiró, con el consentimiento de su abad, a una caverna situada en lo alto de una roca. Pasó mucho tiempo en esa soledad, ayunando a pan y agua y obrando numerosos milagros. A pedido de san Eustasio, abad de Luxeuil, se asoció a sus trabajos apostólicos y realizó numerosas conversiones. Persuadió a un señor de Austrasia, san Romarico, a que dejara el siglo y juntos fundaron un monasterio que más tarde se llamó Remiremont. Severo para consigo mismo, indulgente para con el prójimo, san Amé supo, por su dulzura y caridad, conciliar el amor de Dios y de los hombres. Murió sobre la ceniza, revestido de un cilicio, hacia el año 630.
MEDITACIÓN SOBRE TRES MOTIVOS PARA EVITAR EL PECADO VENIAL
I. Hay que evitar con esmero las faltas veniales, porque ellas conducen insensiblemente al pecado mortal. Nadie se hace malo de golpe; un pequeño pecado atrae otro más grande. Así como nada dejas de hacer para prevenir las menores enfermedades del cuerpo, esfuérzate también para prevenir las del alma. No hay excusa ni pretexto que pueda justificar ni el menor de los pecados veniales. No se puede excusar lo que Dios condena (Tertuliano).
II. El pecado venial, por pequeño que te parezca, es un grandísimo mal, puesto que ofende a Dios. ¿Has reflexionado alguna vez en el sentido de estas palabras: Me inquieto poco por faltas veniales, siempre que no cometa las mortales? Acaso no equivalen a éstas: yo no quiero crucificar y dar muerte a Jesucristo, solamente quiero coronarlo de espinas, azotarlo, escupirlo y abofetearlo; y si el temor del infierno no me retuviese, ¿no acabaría así por crucificarlo y darle muerte? ¿Podría concebirse que un cristiano tenga semejante lenguaje?
III. Todos tus pecados veniales serán expiados en las llamas del purgatorio si las lágrimas de la penitencia no los borran en esta vida. ¡Oh!, ¡qué crueles son esas llamas!, ¡qué espantoso ese lugar! ¿Quisieras pagar la satisfacción que te procura un pecado venial al precio de los suplicios del purgatorio? Este fuego pasajero es un tormento más intolerable que todas las tribulaciones de la vida presente (San Gregorio).
La caridad
Orad por vuestros amigos
ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, Señor, que la intercesión del santo abad Amé nos haga agradables a vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por sus ruegos lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S. Amén.
Tomado: de Meditaciones del P. Grosez