SAN PÍO I
Papa y mártir
La piedad es útil para todo,
tiene la promesa de la vida presente y de la futura.
(1 Timoteo 4, 8)
San Pío el primero de ese nombre, fue elevado al trono de San Pedro luego del martirio de san Higinio. Prohibió que los bienes de la Iglesia fuesen enajenados o aplicados a usos profanos; recomendó a los sacerdotes administrar los sacramentos con gran respeto y precisión; mandó a los obispos guardar cuidadosamente los cuerpos de los mártires y visitar con frecuencia a los presos por la fe. Para recompensar su virtud Dios le honró, concediéndole la corona del martirio en el año 157.
MEDITACIÓN SOBRE LA PIEDAD
I. La piedad te obliga a honrar a Dios, porque es el Ser perfecto que te ha creado y conserva la vida. He aquí el primer deber que te impone esta virtud. La cumplirás teniendo respeto por todo lo que toca al culto de Dios, los templos, los sacerdotes, las ceremonias y las oraciones de la Iglesia. Todo es grande en los palacios de los reyes; todo es santo en la casa de Dios. Las pequeñas cosas no deben ser descuidadas, pues sin ellas no existirían las grandes (San Jerónimo)II. .
Esta virtud te impone el deber de honrar a tus padres, amarlos y socorrerlos en sus necesidades. ¿Cómo cumples este deber? ¿No les das ningún motivo de descontento? ¿Haces todo lo que puedes para serles agradable? Dios lo manda y la razón te lo enseña. Si tus padres ya no están en este mundo, reza a Dios por el descanso de sus almas; es el último y mayor servicio que puedes prestarles. El amor que tienes por tus padres, ¿no es demasiado terrenal? ¿No les deseas los bienes de la tierra sin hacer nada por la salvación de sus almas?
III. También exige la piedad que ames a tu patria. Tu amor no le será útil sino en la medida en que des buen ejemplo a los que te rodean. Honra a tu patria dándole un santo, y no temas abandonarla cuando se trate del servicio del Señor, porque el mundo entero es la casa de Dios y la patria del cristiano. No temo el exilio, el mundo es la casa de todos los hombres (Prudencio).
La piedad
Orad por los ministros de la Iglesia
ORACIÓN
Atiende, oh Dios todopoderoso, a nuestra flaqueza, y alívianos del peso de nuestros pecados, por la intercesión de tu bienaventurado mártir y Pontífice Pío. Por J. C. N. S. Amén.
Tomado: de Meditaciones del P. Grosez