10 de julio
Los siete hijos mártires de santa Felícitas
(† 165)
Siendo emperador Marco Aurelio Antonino, hubo en Roma una santa viuda llamada Felícitas, noble en linaje y más ilustre en piedad, que tenía siete hijos.
Había hecho voto de castidad, ejercitábase en oraciones y obras de misericordia, y con sus palabras y el ejemplo de su vida, movía a muchos de los gentiles para que se hiciesen cristianos. Por esta causa algunos sacerdotes de los ídolos concibieron gran saña contra ella y contra sus hijos y procuraron con el emperador que los mandase prender.
Remitiose la causa a Publio, prefecto de la ciudad, el cual llamando aparte a la madre, la rogó que sacrificase a los dioses del imperio, y que no le obligase a usar de rigor con ella y con sus hijos.
A lo cual respondió Felícitas: “No pienses, oh Publio, que con tus blandas palabras me podrás ablandar, ni con tus amenazas me podrás rendir; porque tengo en mi favor el espíritu de Cristo, y viva o muerta te venceré”. A esto respondió el prefecto: “¡Desventurada de ti! Y ¿has de permitir que hasta tus hijos mueran a mis manos?”. “Mis hijos, dijo Felícitas, muriendo por Jesucristo vivirán para siempre”.
Y como al siguiente día, estando el tribunal en la plaza del templo de Marte, fuese traída a juicio la madre con los siete hijos, y el juez les persuadiese que sacrificasen a los dioses: volviéndose a ellos la madre les dijo: “Mirad, hijos míos, al cielo, en donde os está Cristo esperando con todos sus santos; pelead valerosamente por vuestras almas, y mostraos fieles y constantes en el amor de Jesucristo”.
El tirano oyendo estas palabras se embraveció y mandó dar a la madre muchas bofetadas en el rostro, porque en su presencia daba tales consejos a sus hijos; y llamando luego delante de sí al mayor de ellos, que era Jenaro, y usando todo su artificio, para atraerle a la adoración de los ídolos, no lo pudo conseguir; por lo cual le mandó desnudar y azotar crudamente y llevarle a la cárcel.
Por este mismo orden llamó uno a uno a los siete hermanos, y como viese en todos la misma constancia y resolución, después de haberlos castigado con muchos azotes, los echó en la cárcel, y dio aviso al emperador de lo que pasaba.
El emperador ordenó que con diferentes géneros de muerte les quitasen la vida, y ejecutándose este impío mandato, Jenaro, siendo azotado gravísimamente y quebrantado con plomadas, dio su espíritu al Señor; Félix y Felipe fueron molidos a palos; Silvano murió despeñado; Alejandro, Vidal y Marcial fueron descabezados: y la madre santa Felícitas, también fue martirizada al cabo de cuatro meses, y su martirio celebra la santa Iglesia a los 23 de noviembre.
Reflexión: De esta santa heroína de la fe y de sus hijos dice san Gregorio en una homilía estas palabras: “La bienaventurada santa Felícitas, creyendo, fue sierva de Cristo, y predicándole, madre de Cristo: porque teniendo ella siete hijos, de tal manera temió dejadlos vivos en el mundo, como los otros padres carnales suelen temer que se mueran. No me parece que hemos de llamar a esta mujer mártir, sino más que mártir, pues habiendo enviado delante de sí siete hijos al cielo, a la postre vino después de ellos a recibir la corona del martirio.” Todo esto es de san Gregorio. ¡Pluguiera al Señor que todas las madres cristianas tuvieran este espiritual amor a sus hijos, deseándoles y procurándoles ante todo la eterna salvación!
Oración: Concédenos, oh Dios omnipotente, que los que celebramos la fortaleza de tus invictos mártires en la confesión de tu fe, experimentemos la eficacia de su intercesión. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
(P. Francisco De Paula Morell, S. J., Flos Sanctorum)
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