SANTA ESCOLÁSTICA
Virgen
Pedid y se os dará, buscad y hallaréis,
llamad y se os abrirá.
(Lucas 11, 9)
Santa Escolástica iba cada año a visitar a su ilustre hermano san Benito. Éste, no tolerando que una mujer entrase en su monasterio, la recibía en una casa cercana al Monte Cassino. En su última visita, rogó a su hermano prolongase hasta el día siguiente su piadosa conversación. Habiéndole respondido el Santo que no podía pasar la noche fuera de su claustro, apoyó Escolástica su cabeza en la mesa, prorrumpiendo en lágrimas, y de inmediato Dios envió una violenta tempestad para impedir a Benito el regreso a su monasterio. Tres días después, vio el Santo el alma de su hermana subir al cielo en forma de paloma.
MEDITACIÓN SOBRE SAN BENITO Y SANTA ESCOLÁSTICA
I. ¡Oh, cuán hermosa es la fraternidad fundada sobre el amor de Dios más aun que sobre la comunidad de la sangre! ¡Cuán bueno, cuán agradable es habitar en común cuando la amistad está sellada con la misma fe, las mismas esperanzas y el mismo amor! ¡Cuán dulces son las conversaciones que tienen como tema a Dios! Hagamos reinar entre los nuestros esta amistad santa, tan provechosa para el alma. Que las alegrías del cielo, y no las vanidades de la tierra, sean la materia de nuestras conversaciones y contribuiremos a hacernos unos a otros, mutuamente, dichosos en este mundo y en el otro.
II. San Benito se queja a su hermana de impedirle el regreso a su monasterio. «Que Dios te perdone —le dice—; ¿qué has hecho, hermana mía?». «Te pedí una gracia —le responde ella— y me la rehusaste; me dirigí a Dios y Él me ha escuchado». Por buenos que sean nuestros parientes, Dios es mucho mejor aún. «Cuando vuestra madre os olvidare —nos dice Él mismo—, Yo no os olvidaré». «Pedid y recibiréis —nos dice Jesucristo—. Todo lo que pidiereis a mi Padre en mi nombre, Él os lo concederá». Reanimemos, pues, nuestra confianza; si nada obtenemos, es porque nos falta confianza.
III. Dios no sólo oye las oraciones de los que lo aman, sino aun los deseos de sus corazones. Santa Escolástica ni una palabra pronuncia; esconde su cara entre las manos para llorar; y, cuando levanta su frente, ha sido ya escuchado su deseo. Si queremos que nuestros anhelos sean acogidos por Dios, no tengamos, como nuestra santa, sino deseos puros. Si desea ella tener consigo a su hermano por más tiempo, es para hablar con él de las cosas del cielo. Oh Señor, poned en nuestros labios oraciones dignas de un cristiano, y dad a nuestros corazones deseos que podáis satisfacer.
La caridad en nuestras relaciones con el prójimo
Orad por vuestra familia
ORACIÓN
Oh Dios, que para mostrar la inocencia de Escolástica, vuestra virgen, hicisteis subir su alma al cielo en forma de paloma, concedednos por sus méritos y oraciones que vivamos una vida tan pura, que merezcamos llegar a las alegrías eternas. Por J. C. N. S. Amén.
Tomado: de Meditaciones del P. Grosez