10 de febrero
Santa Escolástica, virgen
(† 543)
Santa Escolástica fue hermana gemela del glorioso patriarca de los monjes de occidente, san Benito; y nació en una de las casas más nobles de Italia, en la provincia del ducado de Espoleto, en Umbría.
Era estimada como una de las damas más hermosas y ricas de su tiempo, mas al saber que su santo hermano había fundado el monasterio de Monte Casino, determinó de imitarle en aquella vida tan religiosa y perfecta, y no lejos de aquel monasterio fundó otro para sí y para las doncellas que a su ejemplo dieron de mano a las cosas del mundo.
Solo una vez al año salía santa Escolástica de su encerramiento para visitar a su hermano san Benito, y el varón de Dios la recibía con sus discípulos en una posesión vecina del monasterio. La última vez que le visitó rogó a su hermano que quisiese conversar con ella toda la noche de las cosas del cielo.
Negole el hermano lo que pedía; y entonces bajando ella la cabeza y apoyándola sobre las manos, recogió su alma e hizo una breve oración con muchas lágrimas. Estaba el cielo sereno y estrellado, y lo mismo fue comenzar su oración, que turbarse repentinamente el aire, y venir una tan brava tempestad de relámpagos, truenos y copiosa lluvia, que ya no fue posible a su hermano y a los monjes que le acompañaban la vuelta de aquel lugar al vecino monasterio.
Quejose san Benito amorosamente con su hermana, diciendo: El Señor te perdone, hermana, lo que has hecho. Y ella replicó con santa gracia: Te pedí a ti que me hicieses el placer de quedarte, y no quisiste; lo he pedido al Señor, y mira cómo me ha oído; vete, pues, ahora, si puedes.
Así pasaron toda la noche en santas y sabrosas pláticas y en amaneciendo, volvieron los hermanos a sus monasterios. Tres días después pasó de esta vida santa Escolástica, cuya alma purísima vio su hermano san Benito volar al cielo en figura de una cándida paloma, y ordenó que enterrasen el santo cuerpo en la sepultura que para sí tenía preparada. Con lo cual no separó el sepulcro aquellos cuerpos cuyas almas tan unidas habían estado toda la vida.
Reflexión: El monasterio que labró santa Escolástica no lejos del de su hermano san Benito fue el origen de aquella Orden de religiosas que llegó a contar en el occidente hasta catorce mil monasterios, en los cuales tantas nobles doncellas y princesas ilustres se abrazaron con la cruz de Jesucristo. ¡Cuántas se hubieran perdido entre los lazos y seducciones del mundo, y ahora gozan con santa Escolástica de la felicidad del cielo! Porque la casa religiosa es puerto de salud, y antecámara del paraíso. A ella son llamadas por singular beneficio del Señor las almas escogidas, para que, desnudándose de las riquezas, deleites y vanas libertades, se vean libres de las espinas de las culpas y congojas, que punzan a los mundanos, y ahogan la semilla de las divinas inspiraciones. En ella encuentran el verdadero tesoro de todas las virtudes, las cuales florecen en la Religión, como en jardín donde tiene sus delicias el divino Esposo de las almas. En ella gozan de la paz de Dios que sobrepuja todo sentido, y reciben prendas seguras de eterna vida y de grande y eterna gloria.
Oración: Oh Dios, que para mostrarnos el camino de la inocencia, hiciste volar al cielo en forma de paloma el alma de tu virgen Escolástica, concédenos por sus méritos y súplicas la gracia de llevar una vida inocente para merecer los eternos goces del paraíso. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
(P. Francisco De Paula Morell, S. J., Flos Sanctorum)